Hay hombres
y mujeres
que sin tener idea
de quién eres
hablan de su vecino nuevo
que calza mis zapatos
y lo parcelan
en tres estados:
soltero, viudo o separado.
Y desde ese paisaje
tranquilizador
que lo definen
les sorprende que un día
me ponga el sombrero
de ironía
y les diga que
tienen mucha suerte
de tener un vecino
que no sabe ninguno
de sus nombres
pero anda atento
a contar sus neuronas
y hacer balance trimestral
de la salud mental
de aquel inmueble.
Hay hombres
y mujeres
que se pasan la vida
bajando al portal
con su felicidad
en una bolsa de basura.
Hay hombres
y mujeres
sin embargo
de los que nadie habla
que se pasan la vida
sollozando.