Se desplomará de bruces
la angustia que nos sofoca
cuando a romper salga el sol
las cadenas de las sombras.
Esa mañana infinita
extinguirá lo que ahora
es incendio de pecado,
todas las oscuras formas.
Y será que el sol saldrá
del espíritu que sopla
revestido y guarnecido
como un huracán que explota,
y será que la muerte
(cundida ya de zozobras)
morirá como ruínes
en el otoño las hojas:
frías, olvidadas, frágiles,
como quien sufre o solloza
ante un final inminente,
como quien muerde su honra,
como quien se pierde vago
por la niebla que deforma.
Y nosotros dos seremos
luminosos (como antorchas)
para festejar el triunfo
de quien no nos abandona
sino que, por el contrario,
siempre en júbilo nos torna.