Apéndices, hay muchos y excelentes:
apéndices nasales, por ejemplo,
que suelen agrandarse con el tiempo,
y dicen que se alargan cuando mientes.
Apéndices de espléndidos tratados,
que, no obstante su índole importante,
los ponen al final, en un aparte,
y son injustamente postergados.
Apéndices como el del intestino,
que nadie sabe qué hace exactamente,
y puede convertirse en asesino;
atenta vigilancia ese requiere,
que antaño se moría mucha gente
del cólico llamado “miserere”.
@ Xabier Abando, 04/06/2020