Mi pequeña muñeca
se cayó al agua.
Le pasó tantas veces
que ya no se resquebrajaba.
Mi pequeña muñeca;
Yo la adoraba,
Pero con el tiempo,
Más la lastimaba.
Mi pequeña muñeca,
Dejó de ser bella,
Yo me había encargado
de ensuciarla.
Pasaba horas ante el espejo,
Mimándola y cuidándola,
Le peinaba el cabello
con cuidado y sin despreciarla.
Con el paso del tiempo,
Los amantes de hacernos creer,
Que tenemos cuerpos imperfectos,
Que los de ellos son los que hay que tener...,
Me enseñaron que mi bella muñeca
Tenía mil defectos.
Que no era tan preciosa,
Como yo pretendía creer.
Mi pequeña muñeca,
Con ojos vacíos me miraba,
Desde el otro lado del espejo,
Me protemía buscar a Alicia...,
Porque si la encontraba,
Volvería a creer en los cuentos de hadas.
Entendería de una vez;
Cuánto me destrozaba.
Yo no la creía,
solo creía a mi mente
cuando esta me resquebrajaba.
Una noche, ya dormitada...
Me llamó mi muñeca,
Yo la buscaba. No sabía dónde estaba.
Escuché un siseó,
me levanté a mirar el espejo:
Alicia, me llamaba.
Mientras el tic tal del reloj del conejo,
apremiaba.
Una noche, ya de madrugada,
Lloraba mientras a mi pequeña muñeca,
de arriba abajo yo miraba.
Comprendí el horror, que mi cuerpo
mi mente, mi calma...Cada día, soportaban.
Concebí que no podía haber más daño,
Comprendí lo que me mataba,
Me reconcilié con mi pequeña muñeca,
Que no era otra que mi alma...
Que había entendido,
Que si realmente me amaba,
El amor que me profesaba,
No dependía de una talla.
☽✩
Lydia Gil