Hay una cierta amabilidad que viene de adentro y hace la diferencia entre los seres humanos. Hay quien cura el cuerpo y hay, quien además, cura el espíritu. Estás personas son especiales.
Quien ha requerido de un médico para sanar el cuerpo sabe bien la importancia de la presencia de ambas curas.
Un buen médico es quien te diagnóstica con certeza e indica el tratamiento para ese padecimiento. Pero un médico especial, es el que añade a su dedicacion ese componente de atención a los gestos, a los ojos, a las manos del paciente. Un médico especial es el que sabe no solo indicar un tratamiento químico, si no aquel que hace sentir al paciente, el ser más importante de su vida.
Un médico así, salva.
Gracias a todos los que, desde cada frente de la salud, han tejido la historia de la medicina en el mundo, a quienes honraron el don adquirido o heredado, salvaguardando lo más preciado que existe: la vida.