En la montaña voy desapareciendo con pisadas de ciego. Me gustaría ver de dónde vengo y no chocarme con los árboles que me cercenan el paso. Volteo, pero no estoy volteando porque no entiendo de caminos, sino de pasos y pasos, ir y seguir yendo. Es tan difícil llegar porque nunca lo haces y, además, es mucho más difícil seguir, porque sabes que no vas a llegar. No es un momento de consciencia sino de simplemente vivir, pero sin saber de objetivos ni metas. Claro que sé que es una montaña y si estoy subiendo es un avance hacia arriba, y si estoy bajando es un avance hacia abajo, nada más simple. Pero no sé siquiera dónde empecé y hacia dónde sería el avance correcto. Puede ser incluso que deba ir hacia alguno de los lados. Esto es muy complicado, eso de fluir no se me da muy bien, sin saber el rumbo exacto: arriba, abajo, a un lado o el otro; tan solo me indican direcciones, pero ni tan siquiera una cama para dormir o acostarme a pensar un poco sobre eso. Eso es lo que debo hacer, un poco de ocio tal vez me genere un mapa mental, con un punto en algún lugar o una equis, como solían hacer los piratas, pero no encuentro lecho para un reposo momentáneo y, aunque con los pies descalzos percibo la hierba confortable para al menos sentarme un rato a divagar, mis rodillas no consienten doblarse, no me obedecen ni con rejo -ojalá tuviera un rejo-. Pensé en salir corriendo y chocar con un árbol para caer desmayado del dolor y así reposar un poco, pero cuando lo intento se me presenta un camino despejado, ni siquiera una piedra o un guijarro con el qué tropezarme o que me haga caer de cualquier manera. En cambio, cuando quiero ir suave y tranquilo, me choco con muchos árboles, pero, como por involuntariedad, no me caigo, respiro y respiro para robarles el aire a los árboles que me golpean. Cada quien responde con las armas de las que dispone. No me siento jamás con hambre. Ayer, creo que me comí un mango que cayó de alguna parte. Ojalá se cayera un pollo frito o cualquier paloma cruda, eso, cruda para que me pegue la rabia o alguna de esas enfermedades que transmiten, para así morirme y ya descansar un poco. No estoy diciendo que no pueda descansar cuando quiera, pero debo hacerlo de pie y me duelen los callos. Me gustaría también encontrar un coco o alguna piedra medio redonda para jugar, como si fuera una pelota, así lo hacía en mi infancia con cualquier objeto que tuviera algo de circunferencia. Quiero divertirme, pero tengo que seguir o esperar, sin modos ni pautas. Igual esperar sería una forma de seguir porque no sé de direcciones ni guías ni reglamentaciones, solo seguir y seguir divagando, pero en modo mental o físico, además, todo al mismo tiempo, nada de reposo.