La maldad es seductora ante la ignorancia e inocencia, el miedo abraza hasta inmovilizar el cuerpo, la perversidad se apodera del ser, arrastrando al inocente dejandolo e invulnerable, la lujuria se adueña de la mente llevándolo al acto sin pensar en el daño causante que dejaría en el indefenso ser, deseando terminar con su profundo placer en él, inocente ahogándose con un sentimiento profundo, aterrorizado, su alma atrapada por un ser despiadado, ciego y sordo, gimiendo del dolor, implorando ser libre de todo maldad, sin ser escuchada su entre cortada voz, la maldad pura dominando al ignorante orilladolo a pensar en terminar con su vida del inocente sin ningún arrepentimiento, como si no fuese pasado nada, llega un nuevo día para tener control dominante ante su nueva víctima y así pasar a ser un pederasta más en el mundo humano.