Al regreso
me va a encantar
que me veas de nuevo
radiante y heracleo;
repleto de escamas
sagradas,
con la sal desparramada
en el pecho,
donde siempre te gusta
dormir
para apagar el latido
final
y el susurro de Orfeo,
donde sé que resides feliz
como la espuma en el mar,
bajo el soplo de
Zeus.