jorge enrique mantilla

La armonía de la felicidad

La armonía de la felicidad

 

Todo era lóbrego, se sentía un hado de tristeza, que rodeaba la estancia

De ser una hacienda próspera, que producía productos en abundancia

Facundo maldecía su pobreza, de azadones de ascos de repugnancia

Ver su hacienda convertida en veranos secos, de bolsillos arrugados de sus ganancias

 

La charca se secó, los árboles perdieron sus hojas y se llenaron de malezas

Se sentía la soledad en la casona, convertida del ayer en una fortaleza

Los jardines se esfumaron, sin dejar rastro de sus aromas y de sus bellezas

Las aves y pájaros emigraron, dejando a Facundo, llorando su lánguida tristeza

 

Apareció una mañana una grulla, en la charca seca de aires apacibles primaverales

Presagio de prudencia, de algo bueno de señales de amores sentimentales

Una gaviota hermosa, sobrevoló con sus gruñidos y letanías especiales

Un gorrión se posó en la ventana, bendición y amparo de rezos espirituales

 

La risa y la alegría volvieron al rostro de Facundo, en forma silenciosa

De pronto apareció en el camino polvoriento, una maleta arrastrada por una mujer maravillosa

Las pupilas se volvieron luminosas, su voz era trémula y temblorosa

Reaccionó en forma temerosa, ver aquella dama de vestido elegante, de aires asombrosa

 

Intercambiaron risas y saludos, de fragancias de olores, guiños en sus miradas

Facundo se presentó y Lucrecia con mirada de reojo, de carcajadas de ecos escuchadas

Siguieron a la casona, flechazo de pasiones amorosas deseadas

El cansancio hizo mella en la forastera, de silencios apacibles, de rostros soñados

 

Un Tordo alzó vuelo, con su cántico hacia el infinito del firmamento

Presagio de buena suerte, que irradiaba a la hacienda, llenándola de alegría y sentimientos

Lucrecia y Facundo, se volvieron pareja de enamorados, enterrando las cenizas de los dolores y sufrimientos

Los jardines de orquídeas y rosas, volvieron a florecer, llenas de fragancias de sus perfúmenos de juramentos

 

Praderas y colinas, árboles frutales, reverdecieron con sus bellos esplendores

De la tristeza se pasó a la felicidad con Lucrecia, de rayos y luces encantadores

Las lluvias volvieron y la charca se inundó de grullas, aves y peces, presa de los amantes cazadores

Faltaba el toque de la mujer hermosa, con sus gritos y algarabías, de melodías de soñadores

La armonía los arropó en un hogar con alma y espíritu, de positivismos multicolores

Arrastrando esperanzas de amores pasionarios, tranquilizadores

 

“Joreman” Jorge Enrique Mantilla – Bucaramanga junio 06-2020