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**~Novela Corta - La Virgen sin Velo - Parte IX~**

Recordó los arbustos, la verja de cemento y el acantilado. Y quiso volver a sobrepasar hasta llegar a él, a Fabio Cazuela y decirle todo, de que estaba embarazada y que lo amaba más que nunca. Pero no, no pudo jamás, hasta después de los nueve meses de gestación. Y se dió de cuenta de algo que cuando más amaba a Fabio Cazuela era cuando más sentía a la criatura en su vientre. Y quería amar a su amor, pero, no pudo más. Sólo el tiempo le dictó la manera y forma de volver a tenerlo entre sus brazos. Queda quieta y pensativa pensando sólo en su bebé, lo deseaba tanto y se cuidaba tanto que nunca más hizo desarreglos. Cuando en la penumbra y en la ansiedad se hizo más grande la barriga y sólo ella pensaba en ocultar a su vientre hasta después del matrimonio, si le urgía casarse con Humberto de la Paz, para ocultar su embarazo de tres meses, ocultar su virginidad maltrecha y ser bien casada y tapar la habladuría de la gente cerca de la hacienda “La Estocada”. Sólo revivía momentos en sus pensamientos, entre aquellos arbustos de la soledad cuando se amaba más entre aquel cafetal de la hacienda “La Estocada”. Mientras crecía su criatura y preparaba su matrimonio con Humberto de la Paz. Estaba pautado para la próxima semana, cuando su madre cumpliría años, a celebrar dos ocasiones instantáneas. Zoila de la Cruz, todavía soltera, sólo quería navegar por el rumbo sin dirección hacia el pasado donde vivió momentos buenos y deseos cumplidos por amar a Fabio Cazuela entre los arbustos y en su choza. Estaba tranquila y abnegada sin sufrimientos ni ansiedades, y la sirvienta María, le apoyaba en todo y le mantenía al tanto de todo. María, una viejita sirvienta de la hacienda “La Estocada” y nana de Zoila de la Cruz. Cuando en el ambiente se dió lo que más encrudece de temores y ansiedades, cuando ocurrió lo que más se creyó, una pasión de la más mejor forma entre ella y Fabio Cazuela. Cuando sufrió más y más, lo que quedó en el reflejo de haber amado a su verdadero amor, a Fabio Cazuela. Sin fingir que lo amaba, sólo no se enfrentó a sus padres con ese casamiento forzoso para tapar las habladurías de la gente adyacente de su alrededor. Cuando en el ocaso se dió a todo un sol que yá se marchaba y que llegaba la fría y densa noche. Ella, preparaba unos motivos para el enlace nupcial, sólo pensando en Fabio Cazuela. Y Fabio Cazuela, en su choza tomando licor de la plaza, donde lo adquiere para emborracharse y quedar totalmente ebrio hasta quedar dormido para no pensar en Zoila de la Cruz, si entre el olor a cafetal y la esencia de Zoila, sólo lo llevaba hacia la locura. Fingiendo el coraje de ver el cielo de una cruel tempestad que se avecinaba por un matrimonio, el cual, era convenido y no era por felicidad, sino que era por conveniencia. Y Zoila de la Cruz, la que continuó el desenlace de ver el reflejo en su rostro, sólo se vió una sola lágrima por el susto o por la vergüenza o por no amar a Humberto de la Paz. Y ser la esposa de éste, sólo se debió de creer en la solvencia autónoma, de creer en el silencio de ver el cielo de gris. Cuando en el aire se dió lo que más llamó, a todo un nombre del cielo azul, cuando en el hálito se volvió tan frío como aquel desenlace tenue y tan vivo como el poder creer en el amor después de la separación forzada. Y la Tía Gertrudis, sólo debió de hacer lo que nunca una alcahuetería con su sobrina Zoila de la Cruz, cuando en el desenlace sólo se llevó una manera cruel de solventar lo que más creía. Y Zoila de la Cruz, le dijo que, fuera por la verja de cemento y por el acantilado, a conocer a Fabio Cazuela, cuando fuera necesario porque la crueldad se dió en separar lo que nunca a un amor tan verdadero y tan real como el de Zoila de la Cruz y el de Fabio Cazuela. Cuando en su manera de ver la vida, sólo triunfó el cometido, de ser por el tiempo una manera en creer en lo incierto. Y la Tía Gertrudis conoce a Fabio Cazuela, cuando se da lo más preciado de la vida misma, cuando amó a Zoila de la Cruz entre aquellos arbustos del cafetal de la hacienda “La Estocada”. Y entre aquellos arbustos del cafetal se encontraba la Tía Gertrudis y Fabio Cazuela, cuando ella, Zoila de la Cruz, le dice a ella, a la Tía Gertrudis, que le dijera que estaba embarazada y de él, y que sería padre, próximamente. 

Si era el 1891, cuando Zoila de la Cruz, casi se casaba en matrimonio con Humberto de la Paz. Cuando lloraba a escondidas y sollozaba de sufrimiento y de agonías, cuando Fabio Cazuela  era su eterno amor. Cuando en el albergue del corazón se daba un interior que comenzaba a descifrarse aquí. Cuando en el ocaso se dió una llovizna que, sólo Zoila de la Cruz, presentía desde su más recóndito corazón. Cuando en el tiempo se dió como hoja al viento, y volando lejos del suelo mismo. Cuando en el aire se dió lo que más se dió en la alborada, un tiempo sin sol, con esa misma llovizna en que sólo el deseo se convirtió en un sólo coraje en poder sobrevivir en un sólo tiempo tan indeseado y todo porque ella, Zoila de la Cruz, amaba y con todo el corazón a Fabio Cazuela. Cuando en el frío ambiente se dió lo que más se dió, lo que más quiso en ser lo que no quería en ser una mujer sin un verdadero amor. Si era Zoila de la Cruz, la que amaba con todo su corazón a Fabio Cazuela, pero, en el vil final se dió lo que más se dió en un mal corazón, un amor tan imposible. 

 

Continuará…………………………………………………………………………………….