He sido. Soy.
Un ser en medio del más popular capricho humano, ese en el que la vida misma es un mero escalón a lo infinito; un tiempo de goce del poder arrebatado; la libertad encadenada para emular a unos pocos que implantan el éxito como la felicidad de comprar juguetes caros.
He sido. Soy.
Un ser entre el ruido constante de la voz modulable y manipulada de profetas que gobiernan los espíritus que mandan, y que sueñan que el humano será pleno cuando muera en esta tierra y sea juzgado.
Hay tantos, demasiados, ilusionados con esta manida disculpa de perdonar tantos abusos: la promesa de ser inmortales y en justicia satisfecha.
Y yo, en mi rebeldía a no saltar junto con el rebaño he aceptado mi desplome necesario entre La Nada,
Y aquí, puesto en el borde del abismo pienso en lo que infieren mis sentidos de mi camino realizado entre el asombro.
Somos, a pesar de haber sido casi imposibles, inevitables. Cosas del caos.
Transcurrimos, a pesar de ser milagro de lo infinito, temporales. Cosas de la entropía.
Tenemos el indispensable albergue hermoso de un planeta frágil y sensible, que prodiga y que permite, hijo de la Naturaleza que es causa cruda y va caminando sola. Antes de nosotros ella estaba y no nos necesita. La virtud, el bienestar, la libertad y la justicia son cosa humana, al universo no le importa: lo subjetivo vivirá mientras nosotros.
Si La Vida no es humanamente digna sin La Muerte, la Humanidad se suicidará muy pronto tras la mentira de un océano feliz, saltando a las sobras rudas e inocentes de una estrella. Sin testigos, sin un duelo, sin siquiera una lápida que importe. Se habrá extinguido otro accidente hermoso del echar a andar de Dios al universo.
#LuisAlbertoR
(Fotografía de Leila Amat)