LEJANA
MUJER, has de distanciarte sin contemplación,
y haces de mi, insignificante y vacío,
me dejas a merced, del dolor y el hastío,
dejas el libro del amor, sin hojas, sin contenido;
no hubo en ti arrepentimiento, ni vacilación,
tu rumbo es inerte e insospechado.
Los claveles marchitos, en la entrada de tu casa,
fiel testimonio de mi oscuridad, de mi realidad,
ya no siento tu aroma, tan latente en mi humanidad,
diste a mis ilusiones, la estocada final;
estoy seguro que de algún modo, querías volar,
tu horizonte dista del mío, no es mera casualidad.
Aturdido, lejos de tu agradable compañía,
no comprendo tu inesperada decisión,
abandonas el amor, no hay en ti oposición,
haces alarde de que ya no hay sentimiento;
yo aquí, presenciando austeramente y sin hablar,
haciendo conciencia, de que no vas a regresar.
Al igual, tus pretensiones no las entenderé,
conmigo eras feliz, y prefieres dejar el nido,
como cual ave, que al migrar se ha ido,
y deja su estela, sin mirar hacia atrás;
se que volver, no lo harás ni hoy, ni mañana,
pero aún así, siempre en mi hay algo que te extraña.
Ahora eres lejana, como el mismo firmamento,
inalcanzable y etérea para mí existir,
sin ti, sin tus afectos, tendré que aprender a vivir,
aunque en mi, siempre tendrás un lugar predilecto;
que encuentres lo que ansias tener,
\"y yo mi felicidad, algún día obtener\".
DFV
\"Arquitecto en la realidad, poeta en la clandestinidad\"
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Bogotá (Colombia)