La recuerdo de negro y castaño
como el cielo ya en últimas noches,
de negros sueños cubierta ese año,
la recuerdo por calma y reproches;
y por su sonrisa avergonzada
tanto quiero su forma apreciada.
Era de ella el rutilar, que amaba,
la ilusión incompleta en lo eterno
por la pose en su faz que adornaba
y Belleza quedó en ella interno
habitando su pecho ,adornada,
con su divina forma, agraviada.
Una tarde me dije: “recuerdo
el radiante mirar de un naciente,
a su pálida tez yo recuerdo
una tarde en mi tiempo creciente”.
También su forma canela al mirar
procurando por su encanto rimar.
Los pensamientos que hicieron crear
a mi psique incesante el anhelo,
desde sus halitos y esencias crear,
escenas ya hechas con desvelo,
por sus pasos dotados de garbo
y su cuerpo tomado por tango.
De tantos momentos evocados
ya Voluntad exclamó mi vigor
para que a sus ojos marchitados
llegase como gran deseo y clamor,
recuerdo recibirla en abrazos;
bien recuerdo sus rosados labios.
Y me dije: “Natalia, ¡ella brilla!
Cual un astro divino de seda
con temor y su gloria ya trina,
por beldad y virtud que te entrega
con su dulce momento dormida,
tanto más su fragancia sentida”.