Antes de ese cielo estrellado
no nos habíamos visto
Antes de esa danza exquisita
nunca había tocado
un alma desnuda.
Tus besos de incendio
quemaron el césped
de una inocente poetisa.
Yo solo actuaba
el libreto de tu pasión
Tu cuerpo y el mío
cantaron con emoción.
Y siendo de metal,
el riff no fue calmado
Fue una explosión
que nos elevó
en el solo de antaño.
Yo fui una guitarra
en tus manos ansiosas
Tocaron mis curvas
y entonaron mi canto.
Tu boca marcó
el éxtasis de
letras ocultas.
Tu mirada encendió
la locura de
un espíritu dulce.
Y cuando tu cuerpo
era uno con el mío
de inmediato desperté.
Mi cama estaba vacía
y tú, a cientos
de kilómetros,
terminabas tu jornada.
Una lágrima cayó
y volví a dormir,
mas ya no recuperé
la escena de pasión
en la que actuábamos.
Meylen Hirasú G. M.