Aquella mujer fría, calculadora, vengativa, cruel
y ladina que asesinó a su ex-novio en el Oriént Exprés,
se enamoró perdidamente de aquél joven 4 años más joven que ella.
Una noche de pasión tórrida, entre besos, susurros, abrazos
y dos copas de más, llegó la confesión del crimen y venganza,
le dijo, fue por haberme traicionado, tuvo su castigo, el malvado.
Una mañana de mayo sobre la mesa encontró dos billetes
para hacer un viaje en el Oriént Exprés, por un momento
sintió una sacudida dentro, pero se repuso, y sonrió al chico.
Subieron al tren, la noche era oscura, en el compartimiento
el joven le dijo, he pedido champán francés para brindar
por nuestro amor, ella sonrió, llamaron a la puerta, el camarero
llevaba la botella, dos copas y una flamante rosa roja.
El joven mientras ella se acicalaba, abrió la botella de cava,
escanció la espumosa bebida, y en la copa de ella había puesto
un narcótico, para que quedara dormida, no quería matarla,
el no era un asesino, pero tenia que denunciarla, era una mujer mala.
El amante había alertádo a la policía, contando toda la confesión
de aquella noche de pasión, la mujer cuando despertó, quedo helada,
estaba en la cárcel encerrada, un policía le dijo, usted es la asesina
del Oriént Exprés, encontramos el cadáver que tiro por la ventanilla,
en un paraje, descompuesto, pero llevaba los anillos puestos,
usted no reparó en ese detalle, en ellos encontramos su A.D.N,
hicimos durante meses el recorrido palmo a palmo y el cadáver encontramos.
Su nuevo amante la ha denunciado, usted pensó que todo
estaba olvidado, pero nosotros no cerramos el caso,
y al confesar que usted asesinó a su ex-novio, nos ayudó del todo,
pagará su crimen será juzgada y en una soga colgada.
La asesina fue ahorcada, mientras ella se balanceaba,
el Oriént Exprés circulaba, a lo lejos su cadáver colgado
se vislumbraba, el tren soltó un silbido intenso,
y desapareció entre el humo espeso.
El viento rozaba agresivo las hierbas secas, que se retorcían,
la vengadora fue vengada, a lo lejos se escuchó de nuevo el silbido
del tren, revoloteaban cuervos alrededor del esbelto cuerpo,
que seguía balanceándose como si fuera una muñeca de trapo,
y ya era tan solo un guiñapo..!!