Ben-.

Las manos que me rozan-.

Las manos que se divisan

son horizontales piedras vislumbradas.

Como toques de atención en un mal día,

situadas al fondo de lo ocre, destituidas

por la mano que fragua la vecindad de la noche.

Verticales, las sombras amenazan;

son edificios, alternos, que procuran su

sigilosa venganza sin árboles.

Las manos que me tocan, alzan

desde la espesura, su razón de amar.

Soy paciente con la herida que rozo.

Y soy del día, al igual que antes, de la noche-.

 

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