Cantaban las abejas sus doradas canciones
sumidas en las esencias de viejos rosales
cuando vi pasar ante mis atónitos ojos
los ardientes efluvios de tus rojos corales.
Yo me asomé a las alas del viento
para ver los rosados pétalos de tu cara,
de tus ojos se desprendían lenguas de fuego
que no eran carmesíes sino verdes llamas.
En los azulados topacios del océano
vi flamear la verde brisa de tu mirada
y en tu encendido rostro pude ver
los esplendentes fulgores de dos esmeraldas.
Cantaban las abejas sus doradas canciones
mientras bebían el aroma de los rosales
y yo cantaba mi dolida canción al viento
mientras te ocultabas en el fondo de los mares.
En las alas del viento