Me saco el ropaje sucio del sentimiento onírico, tan solo para indicarle al humano que observa esta enredadera de palabras, que no es más que eso, un simple humano.
No eres más que polvo en el cosmos, tus acciones tienen la misma relevancia que mis palabras, nada. Nada te espera allá afuera y nada será tu futuro. Por muy bien que vistas, por muchos lujos que poseas, nada de eso te servirá en el otro lado.
Morirás igual como naciste, solo, con la misma presencia que tuviste en el pasado, ninguna. El único lugar donde podrás existir, será el mundo de los sueños. Pero ese mundo es efímero, y sólo dura mientras viva quien lo haya creado.
Cuánto cobarde, justo, filantropo, ladrón, juez y asesino, pisaron la tierra bajo tus pies. Cuanta alma miserable paso por este planeta. Cientos, miles, millones de imbéciles que ya no existen en la memoria de nadie. Estuvieron en este mundo y duraron lo mismo que un suspiro en la eternidad.
Al final, tu existencia y la mía, serán igual de inmemoriales. Las almas se perderán en el océano de la nimiedad y todas tendrán el mismo destino. La inexistencia.