Alberto Escobar

Deliciosa muerte

 

¿Cuándo se va a caer la cuchara?
¡Llevo demasiado rato durmiendo!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Tras el lento suceder de la jornada
mi cuerpo se explaya sobre el jergón,
el placer de un suspiro me embarga,
y me recorre aguas abajo del mentón.
Sobre el mullido cabecero de mi cama
se hace cóncava la jugosa almohada,
mi satisfacción expresa es un grito
que a un orgasmo en todo le empata.
Esto que te relato alrededor sucede
de las siete. Es un simpar moméntum
donde es el éxtasis quien prevalece.
Me enristro el portátil sobre la enagua
y coloco debajo un cojín que de su calor
me alivie —pues rápido el maldito se calienta.
Mientras el aparato va ganando en vigencia,
la mía espaciosa se va retirando en estampida,
y como deliciosa Parca me va dando nueva vida.
Cual artilugio inteligente, veloz se suspende
al no recibir instrucción, y queda en espera
hasta que mis dedos vuelven a la acción.
En el transcurso del dicho abismo de sueño
permanece en su sitio como si de escaso hiato
bien se tratara; así fue de cavernoso y profundo.
Tras la eternidad del instante àgil me levanto
de los párpados, retomo el hilo y fresco prosigo
como renacido de la concha de la bella Venus.
Ahora sé lo que sentía el recordado genio
tras de sus célebres \"Siestas de la cuchara\".
A la hora del carnero poblaba largo su diván
con este adminículo pendiendo de sus dedos
y de despertador abajo, un estruendoso plato.