Luna llena, blanca esfera enamorada de la noche inmaculada. Tú que bañas tus encantos con el viento en madrugada, deja solo que acompañe tu camino lento y claro por aquel sendero estrecho que has marcado. De intachable redondez, puritana encrucijada que me obliga a ser devoto del reflejo que avizora nuestro encuentro majestuoso con la aurora.
Me someto a tus hechizos embrujados, a la magia de esa extraña intuición que te precisa, que te envuelve en la penumbra de mi sombra dibujada como anclada a tu cintura generosa, al vaivén de la hojarasca que se rinde lentamente sobre el manto de tu luz en reposo permanente. Me someto a tus caprichos encantados cuando el ritmo de las horas te transforma. Me iluminas de manera exagerada, de una forma incontrolable tu me enciendes en la hoguera de tu aliento que me inflama. Me consuelas, me relata tu sensible timidez, me describe cada instante de sigilo clandestino, cada duda como máscara de hielo en tono lánguido y sombrío.
Aullido que se escucha entrometido, en el coro del silbido forestal acuarelado que matiza sus memorias con el suave resplandor de una caricia. Mis recuerdos perfumados te reclaman en la escarcha casi añil de la mañana, y te entregas en los brazos de un bostezo fatigado, habitante en tu quimera.
Mi silueta desgastada, luz y sombra se contagia en lo sensual de tu retrato. Tú perfil exactamente convencido, en un manto de maduras apariencias se levanta y satisface, y en tinieblas se apodera del murmullo de una vieja melodía que confunde sus acordes medievales en el marco de un paisaje clandestino, legendario, proverbial como esta historia veterana.
Justo ha lado en un costado, casi exacto inapelable, perdurable en la memoria, las promesas se quedaron y es por eso que te aguardo en el reflejo cristalino, en el diáfano remanso sedentario de la lluvia en manantial que nos consuela. Te idolatro en el supuesto de encontrarme con tu imagen, el fantasma de tu esencia abrazadora en presencia de esta luna soñadora.
Melancólicos fragmentos que soñé cuando no estabas, ahora guardan la ilusión en algún sitio abandonado, esperando tú llegada con la luna justiciera en su próxima parada, como errante transeúnte de un planeta inexistente. Caminante amanecido en las ojeras trasnochadas de esta espera prolongada, así estoy, con la dulce sensación de encontrar contestación a tan absurdo desatino, experiencia desdichada en luna llena.