Laura Cordero

LA PINTURA Y EL PINTOR

Lo miraba fijante

Aquella dama ilusa

Y creía ser su musa

Pero en realidad solo era

Una pequeña intrusa.

 

Era blanca y fría,

Y tras varios rayones,

Es hermosa él decía.

Poco a poco sonrojada

De aquel artista enamorada.

 

Él tomaba acuarelas y pincel,

Empezaba su trabajo cauteloso,

Aquella imagen cariz y perturbada,

que el mínimo detalle se miraba.

 

Parecía observarlo atentamente

Con aquellos grandes ojos pardos,

Que él le dibujó solemnemente,

Para ella cada pincelazo se sentía

Como se siente la poesía

En boca de los mejores bardos.

 

Una imagen aliciente,

Para aquel amor reciente,

Aquella dama acendrada,

A la perfección pintada.