Me pides, de mi boca y alma salgan en pocas palabras las cosas que en nombre del amor habría hecho en tu honor.
Otorga para mí el beneficio de la duda, pues del amor que me juraste ningún cuestionamiento te guardé.
Tú, entre alboroto y capricho, terminaste cediendo ante el rencor. ¡Olvidaste las orquídeas y el clavel, al igual que la primer humilde flor que con amor te regalé!
Te llevaste las estrofas escritas por los sentimientos del ayer, dejando un abanico de recuerdos pasajeros, que seguramente por la mañana olvidaré.
Haz cambiado, ya no eres esa niña con mirada dulce, de la que enamorado estuve, como un día en una carta hasta al cielo le juré.
Sólo miro una sonrisa llena de apariencias con más de una dolencia que yo nunca provoqué. Pero tú me provocaste la tristeza por la que de un malvado a un hombre bueno me volví.
Y aún a pesar de los daños irreparables hacia mí, me pides una historia en una canción, dedicada a tu amor. Y tengo tantos reclamos que decir.
Yo te pido que olvides mis detalles adornados con una flor, ya que mi vida cambió para bien desde tu adiós.