Cosa de mirarlos. La Luna te susurraba lo mismo
que las paredes parecían callar.
Un día despertaste y viste que en sus ojos ya no estaba el cielo
tan solo miles de tanques de guerra,
con el mal sabor del llanto nocturno.
Te quedaste quieta con el niño entre tus brazos.
El clásico sentimiento que te hace caer por un abismo
sin saber el significado de encontrarnos vivos.
Desfalleciendo por él, volviste a mirar aquel lugar.
Nada había ahí.
Tan solo la angustia del arte, huesos que tronaban como galletas.
Entonces rememoraste ese momento, esto fue lo que dijiste \"Nadie\".
Te pusiste un vestido de tela fina marcando tus pasos firmes hacia la playa.
Y fue cuando te diste cuenta.
La tristeza se había ido con las olas.