Quise ver un nuevo ocaso en el alba mañanera
quise estar en tu regazo como un niño sin espera.
Quise serte pan y vino, y decirte en un suspiro
que mi vida sin tu aliento es desierto sin frontera.
Quise atarme a tus caricias, con mi voz en tus silencios
y que todas tus miradas encontraran mis pupilas.
Quise hacerme con tus senos una cuna de laureles
y que todos tus deseos en mi piel desembocaran.
Quise amarte vida mía como se ama ciegamente
con amores de un demente que ha perdido la cordura.
También quise que la dura roca casi diamantina
se llenara con la sangre que te llueve de mi ausencia.
Y la ciencia diera paso al regreso de los sueños
que, vertiéndose en mi mente ya me anuncian tu regreso.
Nueva vida llegará con la muerte y su tardanza
y tal vez regresarás convertida en otro cuerpo
otro cuerpo, otra cara, y la misma luminosa
claridad que te engalana. Tu sonrisa manifiesta
mi tesoro y mi delirio, mi delirio y mi tesoro
escondido en las rendijas de pupilas prisioneras.