Veo los pájaros
volar en la alameda,
y voy con ellos.
Sigo su vuelo,
contigo de la mano,
cierro los ojos.
En un instante
subimos a los cielos
a descansar.
Allí miramos,
la tierra y las estrellas
que nos rodean.
Luego buscamos
la sombra de la luna
con su candor.
Y le pedimos
un beso y un abrazo
para seguir.
Y proseguimos
un viaje inolvidable
por un poema.
Letra tras letras,
los versos se componen
y cobran vida.
Es nuestra vida,
llegando hasta el cuaderno,
lo que se escribe.
Rafael Sánchez Ortega ©
25/03/20