Alfredo Saez

-El Combate de los Cielos-

 (Evocando ciclón sobre Mercedes del 16 de enero de 2011.)

Estoy solo cuando cruzo  el desierto de mis horas,

Crucigrama de venturas por las penas   sonoras.

Tú acompañas las tristezas del amor furtivo,

Retorno que alivia los pesares del camino,

Fantasía inconclusa del feroz golpe de la duda

Que en el alma estéril y quebrada ya se anuda.

¡Aleluya, Aleluya! Razón de las nostalgias benditas

Que desde los blancos agapantos de la Rambla,

¡Todo, todo! es la caricia fluvial  que se ensambla

En las cimbreantes caderas de bonitas chiquilinas…

Acerada  garra maldita atrapa  la soledad de los instintos

Mutilando esa locura tribal de las tímidas voces,

Sensual beso heroico de rojos labios indistintos,

Permuta restringida al placer carnal de los goces

Mientras los acuosos espejuelos de la mente 

Saludan la calma vespertina…azul que brilla silente…

De pronto, domingo caliente de muy fatídico enero

Oculta la ciega ira en callejeros toques de Jazz.

Mercedes ingenua  tributa esmeros al alegre viajero

Diáfano y muy cálido el cielo por toda la límpida faz.

Promedia la tarde, fin de la tregua, ya muy locas las Furias

Ojos céleres lanzados a iracundo combate  en el cielo

Que aprestan los Titanes anuncios de graves penurias.

Ciclón y anticiclón confrontan la fuerza de sus bélicos velos.

Del azimut nadie concede leve ternura, menos San Pedro,

Y en su trono predilecto, contempla la lid de los meteoros.

¡Vaya! Madera noble para su silla, tirando al suelo mi cedro,

Techos, antenas y cables, salvaje fuerza de aéreos  mil coros.

¿A quién atribuirle tanta selecta y silvestre maldad?
¿Acaso venganzas  y celos en gris  por culpas y excesos?
Reclamas Madre Natura en besos austeros ¿Piedad?
¡Sí, Madre…que sea la noble Piedad!