Hondo silencio con sabor a ausencia
como quietud de eternidad lejana,
hiriente aroma que el viento desgrana
negando a mi recuerdo tu presencia.
No queda rastro de antiguas memorias
perdidas en vacíos de mi mente;
sopor que se transforma en permanente
como el constante giro de una noria.
Las hojas del otoño están marchitas,
pero quizás no todo esté perdido
... pues los astros del cielo aún palpitan.
Será tal vez que un duende comprensivo
se apiade de mi espíritu y permita
que pueda una vez más... soñar contigo.
Jorge Horacio Richino
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