Yo sé que tú no me quieres,
y no quieres decirme adiós,
apareces en mi vida
como el vaivén de un reloj.
He bebido de tus labios
tu insipiente devoción,
desgarrándome en tu abrazo
de partidas sin razón.
Me he cubierto con desprecio,
indiferencia, rencor,
para librar el embate
de tu indomable corazón;
tú persistes, te empeñas
haces trizas mi exterior;
me enamoras, me apresas,
sucumbo otra vez a tu esencia,
te sonríes... te alejas.
Queda solo certeza
de enfrentarnos de nuevo los dos.