Con gran silencio,
llegaste primavera
y estás callada.
No nos molestas,
tampoco nos agobias
con tu ternura.
Aunque extrañamos
el bello colorido
de las praderas.
La flor que nace,
en árboles y arbustos,
y en las macetas.
Las recordamos,
afuera, por las plazas
y los caminos.
Y mientras tanto
prosigue en un invierno
esta añoranza.
La de mirarte,
sentirte en los latidos
del corazón.
En el saludo
y el canto de las aves
por los jardines.
Y en ese baile
que ansían los sentidos,
de la pasión.
Rafael Sánchez Ortega ©
26/03/20