Pesares para un bastardo
Rarezas han caído entre nosotros,
quienes lidiamos con su temple
y su fragilidad.
Melancólicos y alcohólicos.
Padecen de esas ausencias amorosas
que no curan las mejores madrugadas
ni los peores sacrificios.
Demonios atrapados por alguna musa
o una prenda que les destiñe la sien
y sus canas.
Se pierden entre la gente, estando
invisibles se ven mejores, murmullan
sobre la ciudad, los duendes, la guerra
y el sexo.
Fuman desaseadamente, incansables
se ahogan como pequeñas moscas
en el azúcar.
Saltan desde la terraza con vagos
imaginarios, caminan atravesando
desgarrados espectros y aspectos.
Se sienten ungidos dándole
alas a cada palabra, endiosando
su ego y arrogancia.
Apestan a desmanes de aventuras.
En días de fiesta se enlutan.
Podrían ser tan sinceros que sus
mentiras son románticas verdades.
Encampanan con la tinta minuciosa
y perfecta del mito. Derriban gigantes,
asaltan palacios, alcanzan lo infinito
pero nunca tienen paz.