Me gustan tus ojos agrandados, la espesura de tus cejas, tu sonrisa que asemeja la orbita recta de las estrellas en la inmensidad del cosmos, me gustan tus pequeños lunares que vienen y van en los ecos de tu rostro precioso. Me gusta ese porte de hombre recto y esa voz espesa que a hurtadillas en las madrugadas se pone a soñar. Pero todo lo que me gusta de vos con mis manos lo he podido tocar y ahí es donde puede que el gusto se haya podido borrar. Perdona si en mis letras la verdad te hiere, pero lo cierto es que hoy me he dado cuenta que la belleza y el afortunado gusto de los rostros nada tiene que ver con el amor. Y vuelvo nuevamente a adentrarme en el inquieto obstáculo de la indecisión. Y miro al reloj y ya es tarde. Vuela en otros cielos, mi vida, quiere en otra parte, mi amor, ha llegado el momento de decirnos adiós.