Hoy el sol no brilla tanto como sus compañeras
y las plumas que en el viento revolotean son tan pesadas
que como mojadas en el suelo quedan pegadas.
Hoy esgrime la realidad.
En medio del frondoso bosque,
es que no puede el helecho pretender,
sentir el aire sacudir sus tenues hojas
como desde las copas escucha pasible.
Y de todas las montañas de mármol
tampoco la mohosa piedra del río
ser tallada de forma diferente
a la que su implacable y fría compañera desee.
Porque en aquella cabaña abandonada,
donde mora el silencio paciente,
se acumula su lúgubre esperanza
de llegar antes a su deceso.
¿Que otra cosa podría con tan grande muro
si no es la misma muerte?
¿Que otra cosa puede con la muerte
si no es el miedo a no estar vivo?
Aun con vida después de la vida,
¿Que es la vida si es esperar la otra vida?
Hoy la cebra por fin entiende
que nació para ser presa.
Hoy el gusano asimila
que no es de la clase que se transforma.