Guardián De Ángeles

Nuestro amor creciente

Mozuela bella, eres mañana fresca,
y ambos transitamos de tiempo en tiempo,
avanzando vamos, rosando nuestras lenguas,
con el ímpetu del nuevo día, antes que anochezca,
pisamos por memorias donde dormimos tristes,
y luego en un salto caemos sobre los cajones de besos profusos,
ahora en este amanecer desnudas mi alma,
y nuestros cuerpos a la pasión están propensos,
han habido estadías de vivencias bajo aguas turbias,
y otras donde nuestros pies juntos se encadenaron,
ya para hoy, los minutos sin ti, se hicieron difuntos,
tengo en la garganta la azucena que sembraste,
y que con tus salivas regaste en cada beso,
se ha enraizado en mi corazón, y me tiene preso,
preso de ti, preso de tu beso, de tu cuerpo, de tus ojos,
y aunque la noche llegue sobre nuestros arrabales,
entre nuestras calles distantes, una oscuridad nos unirá,
y en un día más, en pleno medio día,
la luz nuestra fortuna indicará,
hallaremos el lugar de la caja fuerte del éxtasis,
sabremos al fin que la vida nos besa,
que la naturaleza nos besa, cuando juntamos los labios,
porque el amor se resume en lo nuestro,
y toda la sed se sacia, si te rapto,
te quiero toda para mí, solamente para mí,
porque unidos nos recuperamos, no hay nada extraviado,
nos reconstruimos con el recorrido de nuestros labios,
y mojados en el océano de abrazos nos limpiamos,
desprendemos de nuestra piel lo inservible y desgastado,
y lo dejamos en el fondo de las aguas,
para resurgir hechos vida y muerte,
abarcando todo lo que existe y lo que es inanimado,
nuestro amor creciente rebasa la forma del mundo,
y el fuego de nuestro encuentro se expande al universo,
porque somos puro amor, amor inmenso,
el amor eterno que vive en un misterioso canto.


Bajo las piedras de zafiro te buscaba,
detrás de los árboles en la pradera de mis sueños,
en pos de ti, y te hallaba, te tocaba,
en las palmas de mi mano tu piel,
un cielo extenso pegado a tu figura,
y tú te convertías en la muestra de la perfección,
y todo alrededor tuyo te correspondía, perfecto,
yo, obstinado, que siempre te había buscado,
me atreví arribar, desde mi sueño a tu sueño,
desde mi isla hasta tu costado,
desde mi voz torpe hasta tus labios,
desde mi locura a tu cintura,
desde mis brazos a tu ternura,
desde mis ojos al abrigo que cubre tu corazón,
desde mi vida fugaz a tu eternidad,
porque te quiero, te quiero bien, de verdad,
desde mis días muertos a tus gemidos,
desde mi resurrección a tu inmortalidad.