Me gustaría poder cerrar los ojos
y hacer realidad algún sueño
de los muchos que pasan por mi cabeza.
Me gustaría poder llevarte a esa montaña
que describía la otra tarde.
Caminar por la playa,
ir hasta el faro,
asomarnos a la balconada de la barra,
sentarnos junto a las rocas
para escuchar el murmullo del mar,
aspirar el olor del salitre e impregnar el cuerpo
con el yodo de la orilla,
volver paseando y entrar en la capilla
a rezar una Salve a la Virgen,
mirar el pueblo, a lo lejos,
y contemplar como sus luces
parecen diminutas luciérnagas
que se estiran por las aguas,
caminar y escuchar nuestros pasos
mientras las manos se buscan
y se unen para llevar el compás de nuestros corazones.
...Me gustaría repetir ese paseo
y volver a revivirlo una y mil veces más,
hasta que el sueño se hiciera realidad,
y los sentidos sintieran el trasplante
y los corazones volvieran a latir
para salir de la oscuridad y el silencio de ahora,
para volver a ese mundo de la infancia y la inocencia,
tan añorado...
Me gustaría volver a amar,
sentir erizarse la piel al notar tu presencia,
buscar tu mirada en las letras
y los versos que has escrito,
vibrar, el corazón, en un escalofrío
al llegarme tus palabras
envueltas en esos versos de plata
escanciados desde lejos.
Me gustaría escuchar el latido de tu alma
y limpiar una lágrima de alegría, en tus ojos,
con un beso de mis labios.
¡Me gustaría...!
Rafael Sánchez Ortega ©
27/03/20