Recuerdas aquella tarde cuando tu amor me entregaste,
cuando en la plaza de tu pueblo nos quedamos sin movimiento,
nos miramos a los ojos y yo me puse muy triste,
pues mi nave tenía que partir, justo en aquel momento.
Tú te quedaste muy triste, mirando las amapolas,
y yo queriendo disimular, mire al cielo perdido,
pues sabía que nuestras almas, se quedarían muy solas,
porque yo al dejarte, partiría con el corazón herido.
Era triste nuestra despedida y nuestra pasión callada,
te cogí pronto de los hombros y tu cuerpo estremecí,
quise decirte adiós, hasta pronto mi bella amada,
pero no quise verte llorar y corriendo yo me fui.
Hoy he vuelto de nuevo al lugar donde nos conocimos,
he paseado por el rio, por la plaza y ya no estabas.
quizás también te fuiste por el lugar que anduvimos,
o te cansaste de esperarme porque ya no me amabas.
Mi nave tomo otro rumbo y el mar iba conmigo,
sabías que volvería pues nuestro amor fue sincero,
muchas veces volviste a este lugar me lo conto un amigo,
y al ver que yo no llegaba dejabas escapar un suspiro.
¡Oh!, mi novia del sol, mi perla del Chira, donde andarás,
volveré otra mañana a buscarte en aquel lugar,
y allí te estaré esperando porque sé que volverás,
y esa tarde será nuestra y nos volveremos a amar.
Bajo aquel árbol, en aquel banco, te estaré esperando,
y esperare tu llegada como ayer esperábamos el ocaso,
sé que pronto volverás porque me sigues amando,
no tardes pues en llegar y no hagas de nuestro amor un fracaso.
Perú, Sullana 23 mayo 1989