Dios y su semejanza a nosotros
o a toda manifestación de la naturaleza
ha sido a lo largo del conocimiento
un tema explorado y explotado
por quienes piensan en lo trascendente.
Por qué no preguntarse
si Dios se parece a nosotros
no solo morfológicamente
sino también en su racionalidad.
Por qué, ante la desgracia
llevamos a Dios, a la flaqueza de la ira
o en casos extremos
a la voluntad del capricho.
¿Por qué Dios, es un hombre?
qué necesidad hubo y habrá de tener
ese alter ego, espejado de nosotros mismos.
¿No sería mejor, asumir la responsabilidad
y ser mejores en esa solitaria circunstancia
en que nos encontramos?.
Siendo hijos de Dios y como todo en la naturaleza
habrá un punto en que tendremos que ser huérfanos
de ese padre
honrando la memoria y asumiendo su rol.
¿Podremos ser Dios?