Mis ojos como la mente
anclados en el pasado
para traerte al presente
para sentirte a mi lado.
Y hoy te recuerdan contenta
como aquella niña hermosa
que jugaba en los setenta
¿Recuerdas?... ¡Poco llorosa!
Siempre con tu rico aroma
a loción Mennen, concuerdo
puro río, flor y loma
el olor, así recuerdo.
Y tu piel siempre morena
con tu carita luciente
risos de blanca azucena
muy divertida y sonriente.
Muy alegre, muy valiente
eras niña preferida
así te veo patente
en mis brazos bien dormida.
Así te pienso de niña
cuando yo te chineaba
así te tuve de niña
cuando riendo te abrazaba.
Luego...¡Papá te escondía!
Cuando feliz te atrapaba
te reías, te seguía;
él contigo así jugaba.
Niña, niña que ya no eres
como un cedro te creciste
alto, hermoso, con quereres,
con la luz que amaneciste.
De esbeltas hojas brillantes
de madera ejemplar, firme;
de miradas penetrantes
pero suaves, sin herirme.
Y con un corazón dulce
como rica miel de abejas
superando lo agridulce
y las barreras complejas.
Te distingues entre mieles
porque es un placer beberla
tu fuerza como corceles
es difícil no quererla.
Tu voz como eco al vacío
de la vida enamorada,
con tu alma libre de hastío
y al futuro la mirada.
Y como el pájaro al viento
a volar echaste tus alas,
bullendo tu sentimiento
como luces de bengalas.
Isabel, mi linda prima
con firmeza en tu horizonte,
propósito no escatima
volando como cenzonte.
Venciendo crueles tristezas
buscando siempre destinos
superando las flaquezas
cruzas mares y caminos.
Eres de una colmenera:
mujer, hija, prima, hermana...
de sangre osada heredera;
pero sobre todo, ¡Humana!.