Laura Cordero

INMÓVIL Y HELADA

Mis versos sonarán en tu oído

como lanzas atravesando 

un triste cuerpo herido.

Versos hechos con mi sangre, 

sangre roja de mis venas, 

que se escurre lentamente

de este cuerpo casi inerte.

 

Tu eres aquella barcaza vieja, 

Donde su vida a de peligrar,

Solo le queda abrazar el horizonte,

Solo le falta lanzarse al mar,

Para que su alma logre olvidar

El porqué, de la muerte no puedes regresar,

Se fue aferrando a aquel huracán

De ideas insulsas que llevan a un destino fatal,

esos sentimientos perturbados

que de la nada le quitan el aliento.

        

 Así su imagen se convierte en un áncora inmovible

porque ya navegó aguas muy profundas,

Y aunque muera la tempestad y baje la marea, 

aunque perciba su cálido rostro en la arena 

estupefacta y aturdida  jamás podrá reaccionar.

 

Finalmente 

 

Ya su figura elegante se guardaba 

en ese cuerpo exánime 

que la mirada eterna

en el cielo tenía fijada,

aquella mujer etérea,

espectral y helada,

que tras la muerte

al fín no siente nada.

 

Hasta el último respiro lo dio apasionada.