¡Amor!
Mar oscuro arriba,
golpe de soledad lacerante, abajo;
Suspiro desclavado de una cruz,
aire vago, espíritu que se libera,
luz azul de alma que cruza,
veloz,
al corazón apocalíptico de Dios,
esta noche.
La hora es tan fría esta noche,
que el minutero cojea
en soledad
y se ha arrimado
a mi candente dolor de corazón;
Todo va quedando vacío,
los huesos en la cornisa,
mi vida como precaria isla de fe con su hastío;
Toda la tierra es una boca
que se ha dormido
con sus cerrojos de dolor.
Vigilia encadenada,
lagrimas de amor con su bárbaro silencio
y punto final;
Demasiada muerte
para tan poca vida…!!
¡Oh agudo cáliz de dolor!
Voz quebrada contra lo inapelable, trago amargo
en lo fatal;
Hondo quebranto
hebrándose adentro, con el silencio ahogado
en la lluvia que vuela
como enlutada bandada de pájaros
de mal agüero.
Lloran versos
en el crepúsculo de este diciembre
que se va.
¡Oh Señor, qué haré con mi soledad!
¡Qué haré conmigo mismo!
¡Qué haré con mi corazón!
Arde apenas una luz
y es horrible
porque no alumbra
la ceguera de esta noche.
¡Oh señor, demasiada muerte
para tan poca vida…!!