De la Orquídea, su franqueza
me enamora tiernamente
del clavel, es su belleza
la que inunda suavemente
sus colores en mis ojos
dando vida a mis antojos.
El jazmín, con su fragancia
que renueva mi alegría
la cayena y su sustancia,
bella flor de tierra mía,
tiene un néctar delicioso.
Un vergel maravilloso
me ha sembrado con tu aliento
el suspiro de un momento.
Un momento memorable
en la fuente inagotable
de tus besos de ambrosía
y los míos de osadía.