CORRE y no le digas a nadie que tienes miedo.
Corre y no dejes de correr ya que los lobos saben
que eres hombre herido, casi muerto…
No mires atrás y nunca más recuerdes quién fuiste:
rótula de ser vulgar que está a un paso de pagar
todos sus pecados.
Cuando llegues a averno –te advierto- te agarrarán
las cruces de fuego que nunca quisiste
para ti; verás entre las orlas de diablos eternos
la imagen rota de aquel que quisiste ser:
hombre que negó con su cabeza dolorida
cuando le preguntaron por la vida después
de la vida.
Corre y no dejes de correr por mucho que yo
me vea estático frente al camposanto.
Devórame un verso o una estrofa y no digas
que son de tu agrado; ruega por tus culpas
y enséñale a la dulce Muerte tu entristecida
y debilitada figura.