Ben-.

Los viejos pinares-.

Pinares viejos, enhiestos:

de mi primera infancia,

propietarios ausentes de

un cielo apaisado, indolente,

ciego; admiro vuestras

estructuras livianas, carcomidas

por el tiempo, lívidas de espanto,

tantos incendios, y en esa competición,

de árboles sin corona, que os ocupa,

alevosamente, me entrego. Sois,

de mi adolescencia, joviales vestigios,

apóstoles perennes, testigos ínclitos

de una adultez duramente conquistada.

 

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