Consume mi ser, y viérteme en el tuyo,
levántame, llévame contigo, absórbeme,
es tu tiempo, es tu gloria, lo vislumbro,
y quiero ser poseído por ti, ser de ti,
todo tuyo, quiero derretir mi alma en tus suspiros,
en tu momento, dando volteretas,
rodeado de caricias encadenadas,
y palabras mudas, infligidas,
este es tu instante, una mañana anémica,
un nocturno trance en la orfandad;
ponme en libertad, que quiero llegar a ti,
quiero no ser más una noche trasnochada,
quiero dejar de alimentar mi gravedad,
quiero flotar próximo a tus labios carmesí,
pretendo eliminar los obstáculos,
entre yo y las estrellas,
alcanzar todos los vértices;
debo frenar el aullido de mis rencillas,
mi centro debe ser sólido, enraizado y volátil,
porque la pared que lo resguarda es quebradiza,
mas no quiero ya ser sólo un espectro,
ansioso estoy por volverme en tu único numen,
es inadmisible que termine siendo sólo un fantasma,
tan sólo de asimilarlo me aturde,
quiero dejar de ser este yo,
quiero ser el nuevo yo, a tu lado,
tú mi luciérnaga, yo tu cocuyo;
debo abandonar mi actual comportamiento,
para ocupar uno nuevo junto a ti, bello ser,
¿quién detendrá la agitación de mis alas,
qué expresión me dotará de protervas?,
tú eres el camino que mi pasos forjaron
cuando tus colinas recorrieron mis pies,
y en ti está la marca de mi insatisfacción,
tus fanales se entristecen con mi visión secreta,
y hoy mi intrépido corazón
te ansía como la tierra prometida…
recorre sobre mí, oh mía, tu camino hacia la gloria,
y construyamos juntos una misma historia,
deséame y agótame, y luego reconstrúyame,
guíame siempre, instrúyeme,
derrumba todos los muros
de mis espacios lóbregos,
para fluir por todos los campos verdosos,
para ser la rivera de agua ardiente,
que quema, que abre caminos y hace destrozos,
para salir de mí, para huir de mi pensamiento,
de mi corazón, de mi alma,
hacia un nuevo yo sujeto a tu paz.