La noche se perfecciona en su íntimo trepidar
y despunta en el añejo horizonte, ostentosa, la clara y errante luna
atiborrada de memoria, impasible, eterna
subyugada de quietud, ausente su voz, impropiamente fría.
Súbitamente, osadas notas, melancólicas, imprescindibles
abandonan su refugio, su inexistencia, su no ser
y se entrelazan, armonizan, conmueven
y se mimetizan con tu silueta ausente.
Y en un sutil reflejo, consumado de sentido
te declaras luna, blanca, clara, lejana
y me alumbran tus palabras, tus afables gestos
en la invisibilidad de los sentidos, la melodía es una etérea alianza.