Dolor en dos tiempos
Todo era silencio y calma.
Cuando se inició la lluvia
Los campos se humedecieron,
Como se riegan mis ojos
Al faltarle tus caricias;
Fuente inagotable que calma
Mi fatigosa inquietud
Al tenerte aquí oferente.
Y si me acongojo ahora
Es porque mi pecho sufre
Tormentos de insondables raíces
Nacidas en mi mocedad.
Signo de un velar atávico
Que hiere mi mente toda
¿Cómo he de hacerle ahora
Tormentos de pubertad?
Mis caminos se iniciaron
Ya no pude detenerme,
Pues llevaba en la mente
La idea universal, de ser
Un hijo real de las calles
Que abrigaban aventuras,
Peligros, desdenes y amores,
No aptos para mi edad.
Arde la ternura bajo un farol
En una esquina cualquiera,
Surgía la mujer sensible,
Y la que confunde amor;
Y simpatía por sensualidad.
Dura batalla contra el necio
Que te apezuña la savia
Dentro de una vida mordaz!
Fueron muchos los momentos
Cuando se eclipsa la vida.
Hambre y dura fatiga
Frío y soledad.
Flamígeros leviatanes
Surgían por doquier
Pero ¿quién lo iba saber
Que eran simples ilusiones?
Con el tiempo aprendí
A distinguir los olores
Del aire y de las flores,
No era fácil en verdad.
Era una vida terrible
Que mata cuando quiere
Y acaricia cuando hiere
La infortunada humanidad!
Pero, Oh suerte la mía
Sentir una mano amiga,
Que de la poza me izaba
Para ninguna maldad.
Rosa, vieja amiga,
Amante todo terreno;
Hoy cuando más te quiero
De mí te despides ya!
Theo Corona
Para una amiga, que ya no está