Envuelto en mis recuerdos otoñales
me acerco a la caricia de los gatos
pero ellos se escabullen desconfiados,
ariscos, se me alejan en carrera.
Y el cielo dibujando va sus nubes
de blanco terciopelo algodonado,
un pájaro contrasta los azules
con plumas cardenales encendidas
Y pienso en libertades ateridas,
tratando de salir de las pupilas
en vuelos siderales al poniente
y pienso en el rocío de los ojos.
Las lágrimas vertidas por la gente
mojando sembradíos de tristeza.
Los niños, esos niños que no sueñan
ni juegan por dolores enquistados.
Los niños, esos niños tan golpeados
curtidos por las calles y su asfalto.
Los gatos se me esconden nuevamente
tal vez por la pericia contingente.
Penumbras que recubren los silencios
de gente que no grita sus lamentos
y tantos sufrimientos
volcados sobre tierras malheridas.