Tus manos son llamas,
llamas de un fuego prohibido,
que juguetonamente
se deslizan por mi piel,
marcándola, quemándola.
Ellas se acercan, la rozan,
calientan y derriten.
Cual cera y llama
en su juego de pasión.
Mientras una brilla y resplandece,
la otra es consumida y desaparece.