Regaláme un suspiro, tierno y suave,
Que en el roce de tus labios en los míos,
Despierte mis sentidos cual hoguera,
Y te daré el amor más sublime,
Impregnado de pasión indeleble.
Con un susurro en tu oído,
Que en silente voz expresa,
Palabras que interpreta el palpitar de nuestros corazones,
En su armonioso latir comunican a los sentidos,
El lenguaje del amor, que nuestros cuerpos entienden.
A cambio te daré rosas y claveles,
Un día cálido y mil noches de estrellas,
Y que su estrellado cielo sea nuestro techo,
Y mi piel sea tu cobijo.
Y si me regalas la dicha de su sonrisa,
Que alegran el Alma de su poeta,
Que amándola a completo tiempo sigue,
Y que mis sueños que ya son tuyos,
Que su sonrisa el muere y vive.
Le entregaría mi vida entera,
Sin reservas, sin medida alguna,
De mi corazón tu eres la razón primera,
De conocer el cielo y tener fortuna.
Pues ella tiene mis mejores días, guardados en sus ojos marrones,
en sus labios las palabras más tiernas,
y en su piel la inspiración de mis poesías.
Richard Soriano