Tus bellos ojos de esmeralda
no conservan ya su brillo;
tus grandes ojos fijos
ya no se fijan en nada.
Las flores poco a poco van perdiendo el color;
con cada segundo que pasa,
con cada soplo de aire
que les da la vida,
poco a poco...,
se marchita esa flor.
Por cada suspiro se va un tercio de vida,
y mejor no saber cuántas veces he suspirado.
Donde muere la flor
nace la fruta que todos, deseosos, quieren comer.
Donde muere tu amor
nace mi amor.
Donde tú me olvidas,
yo más te recuerdo.
Mis ojos actúan con alevosía
y dejan rodar por mis mejillas
un par de lágrimas cristalinas,
como para decirte que tu inadvertido recuerdo
aún permanece en mi memoria
haciendo y deshaciendo lo que se le viene en gana.
Quise sembrarme en el alma una flor inmarcesible,
y sin querer, o por coincidencia,
me sembré un amor con un recuerdo inquebrantable.
Tus bellos ojos de esmeralda
no conservan ya su brillo;
y aunque miremos la misma luna,
tú ya no estás conmigo.