Entonces lo entendí, el no saber de tí era la meta para curar el alma; ya no gritaba el viento, y la tormenta se convertía en calma.
Era respirar aire puro, sin la intoxicación de cianuro, era relajar el corazón y que la mente fluyera sin ninguna razón.
Era estar al borde del precipicio y no querer saltar, dar media vuelta y poder pensar con claridad, sí, quizás pensando en tí, y en lo que hubiésemos sido, pero ya no como anhelo, si no como un daño que nos hicimos a nosotros mismos.
Era el final, el fín del amor, el se acabó de una conexión que nunca sabremos a ciencia cierta si fue de verdad, o no.
Me despojé de la tortura, te dejé libre, sin ataduras, siendo ya cautivo de la nada, una nada que ahora asoma en mi mirada, vacía de locura porque el amor destruye y no cura.
Era un adiós, pero no a tu ser, si no al mío, una despedida que al pensarlo aún me da escalofrío...
Y no, no pienso ya en buscarte en otras vidas, ya no quiero machacarme ni crearme más heridas, dejé que se infectasen... ahora son cicatrices de una guerra vencida...
Perdí muchas batallas, pero no era la meta para las medallas, era salir viva de la guerra, y aunque casi me cuesta la vida, desperté magullada pero entera.
Era recoger cada pedazo hecho trizas de tu alma que me hipnotiza, juntarlos poco a poco, y ver que la vida que quería no era para nosotros...
Era y es pensarte alguna vez, sin prisas, sintiéndote lejos, frío, muy en tu norte y ya no tomarme todo como un desafío, sin respuestas tuyas se me acabaron las preguntas, sin miradas se acabaron las hadas, sin palabras ni citas se acabaron las cosas que me excitan, sin música de sentimientos se acabaron los momentos...
Era un yo sin mí y un tú sinmigo, era entender que olvidar es mejor que volar, era desapegarme y no entiendo por qué ahora tengo tantas ganas de llorar...